Titán
no ha visto desde hace mucho tiempo a su madre tan emocionada. No
comprende muy bien lo que le ha contado, ese proyecto de alojar en
casa a un extraño, pero hay que reconocer que es un reto, sobre
todo, una oportunidad de hacer un buen amigo.
Dani está más confuso, no entiende lo que pasa. No
saber quién es y de dónde viene le da sensación de ser un recién
nacido con uso de razón. Se pregunta si en algún lugar estarán sus
padres, sus hermanos, su familia, si así es, tendrán que estar
pasando unos momentos horribles, su desaparición tiene que haberlos
sumido en la desesperación. Según le ha contado el sargento Terrín,
su caso es muy peculiar, no existen datos de él en ningún registro,
la única explicación es que pertenezca a alguna comunidad
escondida, que no esté controlada, posiblemente ocupada por alguna
secta que se automargine de la sociedad.
Está aterrado, no sabe lo que va a ser de su vida,
primero la pasibilidad de ser recluido en una residencia llena de
extraños. Y ahora, tener que convivir con una familia que no es la
suya, ¿qué pinta él en medio de sus conversaciones?, ¿cuánto
tiempo aguantaran la ruptura de la intimidad? y... después...
¿qué?... ¿dónde irá a parar? Tendrá que buscar a su familia, su
origen. Mientras, adaptarse lo mejor posible a su nueva vida,
esforzarse por conseguir una independencia, la situación no puede
prolongarse indefinidamente.
Ambos salen tranquilamente de la comisaría, Titán
prefiere ir por el parque, hace buen día. Intercambian preguntas,
Dani se interesa por las características del pueblo, Titán está
intrigado por la procedencia de Dani.
El equipaje no puede ser más escueto, porta una pequeña
bolsa y una tarjeta.
—¿Esta tarjeta es como un carnet?
—Es algo más —responde
Titán, en su papel de cicerone—
Sirve como tu identificador, pero además la has de presentar siempre
que quieras pagar algo.
—Entonces, ¿esto es como si fuera dinero? ¿No existe
el dinero?
—En cierto modo no existe, siempre se paga de forma
virtual, el dinero ya solo existe como unos números en los sistemas
informáticos, ya no hay monedas y billetes como antiguamente.
—¿De dónde voy a gastar?, no tengo cuenta...
—expresa con preocupación
Dani.
—No te has de preocupar, la nuestra responde de todo
—dice Titán sonriéndose
—ya eres un honorable
ciudadano.
Siente la tranquilidad de no ser un indigente, pero
depender económicamente de unos extraños le hace sentirse como una
sanguijuela.
—¿Y tú tienes otra tarjeta como esta?
—Sí, pero no la llevo encima, yo me identifico y pago
con el DIB.
—¿Qué es el DIB?
—Es fundamental, es el Direct Intercom Brain, o lo que
es lo mismo, intercambio cerebral directo, permite hacer un montón
de cosas, ya irás viendo su utilidad. A ver si te podemos conseguir
uno.
«No entiendo —piensa
Dani— me acuerdo de cosas,
tengo conocimientos, pero otras me parecen increíbles, mi mundo
tiene que ser muy diferente».
«Estoy solo, va a ser complicado moverme en una
sociedad nueva para mí. Es un sitio muy bonito, limpio, sin ruidos,
nadie lleva prisa y no es excesivamente grande, me recuerda a un
sanatorio.»
—Es muy bonito, ¿a qué os dedicáis?
—La nuestra es una comunidad pequeña, poco más de
mil personas, es un modelo Factral848, una zona residencial en
torno a una de servicios, se parece a un copo de nieve, ya te la
enseñaré. Además de este parque, tenemos el exterior, más grande.
Cuando tengamos un rato, iremos a la torre del centro de servicios,
desde allí se ve toda la urbanización.
—Aquí nos dedicamos a muchas cosas, mi padre es
arquitecto, mi madre es profesora, mi hermana está terminando la
formación general al mismo tiempo que estudia conocimientos
naturales y yo estudio arquitectura, como mi padre. La otra gente se
dedica a cosas muy diferentes.
—¿Cómo lo podéis hacer?, no veo centros para
estudiar, ni fabricas, ni nada por el estilo. ¿Cómo es posible que
un día entre semana no estés en clase?
—No hay problema, lo hacemos todo con el DIB, mi padre
lo emplea para diseñar y dirigir obras, mi madre para dar clase, mi
hermana y yo para estudiar... otros manejan máquinas que están a
miles de kilómetros... Además, tenemos unos trasporten públicos
muy puntuales y económicos, cuando queremos podemos ir a la ciudad.
«¡Vaya por Dios! —piensa
Dani—me parece que va a
ser difícil encontrar un trabajo, aquí ese maldito DIB es
fundamental. Quizás en algún espacio de ocio...»
—¿Y no resulta aburrido un pueblo tan pequeño?
—De eso nada, aquí nos conocemos todos, tenemos un
montón de amigos a un paso y, además, con el DIB podemos ponernos
en contacto con amigos de otros sitios.
«Está claro que aquí sin el DIB no te comes una
rosca, si quiero buscar anuncios de trabajo o algo sobre mí pasado,
tendrá que ser con el DIB —cabila
Dani.»
—Entonces, si yo quiero averiguar algo, ¿dónde he de
acudir?
—Depende, si tuvieras y supieras manejar un DIB te
ayudaría mucho. También puedes emplear la biblioteca. Pero ¿qué
quieres saber? —pregunta
extrañado Titán.
—La verdad es que... —empieza
a decir, callándose dudoso.
—Dime, no te cortes —anima
Titán con curiosidad.
«Definitivamente aquí o usas el DIB o no tienes
posibilidades —reflexiona
Dani—. Lo mejor será
confiar en alguien.»
—Mira... —le
enseña un papel que saca de un sobre—.
¿Ves esta imagen? estaba con los demás papeles con los que aparecí,
me tiene intrigado, me paso ratos mirándola, me produce una
sensación de satisfacción, debe de tener alguna relación
conmigo...
—Es extraña, ciertamente.
—Lo mismo ha dicho el sargento.
—Y ¿no han investigado nada?
—Me ha dicho que lo ha mandado a la Central, pero que
no sabe el interés que se van a tomar. ¿Cómo podría averiguar
algo?
—No se me ocurre... —se
queda pensativo Titán—Lo
único, se la podemos dejar a Gani, mi amigo, le encantan los
acertijos, es un fiera investigando cosas.
—Estupendo.
—Cuando pueda se lo digo.
Titán se detiene y señala una amplia casa de una sola
planta, con tejado plano y las paredes prácticamente de cristal:
—Hemos llegado a casa.
—¡Qué bonita!, debe de estar llena de luz.
—Sí... has de aprender a abrirla, al acercarnos la
puerta se abre, es capaz de conocernos, no solo a nosotros, también
a nuestros amigos. Le he dado la orden y ya te conoce, puedes entrar
cuando quieras. Dentro de poco tiempo serás capaz de entrar en
muchas de las casas, ya verás.
«Mira que son raros —se
dice Dani a sí mismo—Dejan
entrar a todo el mundo, seguro que más de una vez les roban o los
pillan en pelotas.»
—¿Y no teméis que os puedan pillar infraganti o
robaros?
—No identificamos a ningún desconocido, solo en quien
confiamos y no tenemos nada que ocultar.
—Vaya —dice
quedándose pensativo.
Las
puertas se abren, pasan a un pequeño vestidor, que da directamente a
un gran salón, tres de sus paredes son de ventanal, el cuarto lo
ocupa un gigantesco acuario, repleto de peces de múltiples colores.
—Espera, quítate los zapatos y ponlos en este armario
—le explica Titán abriendo
una pequeña puerta—, el
suelo es de madera, está caliente, puedes ir descalzo, así no se
estropea. Es algo a lo que te has de acostumbrar, suele hacerse en
todas las casas —se vuelve
y grita— ¡Mamá! ¡mamá!,
¡ha llegado Daniel!
Casi inmediatamente surge Estela por el único hueco en
la pecera, lleva un ligero camisón, casi transparente, luciendo su
figura, se desplaza elegantemente, con los pies desnudos, apoyándose
en las puntas, como si fuera una bailarina de ballet. Abre los
brazos, los levanta, se dirige al recién llegado, dándole un
efusivo y prolongado abrazo:
—¡Hola Dani!, ¡Qué alegría tenerte en casa!
Dani se queda bastante parado, duda cómo reaccionar,
cómo corresponder a semejante abrazo de una desconocida, la
naturalidad de Estela le turba, las sensaciones le resultan
placenteras, el calor, la presión, le incitan a devolverlo, pero no
se atreve a apretar sus brazos y sus ojos la rehuyen.
«Esta sí que es buena —piensa
Daniel—, su madre sale a
recibirme medio desnuda y me da un abrazo. ¿Dónde me he metido? Por
lo que decía el sargento es buena familia.»
—¡Buenos Días, señora!
—De señora, nada, llámame Estela, los cumplidos no
me gustan, además, relájate, pareces muy nervioso, vas a vivir una
temporada aquí, a ver mírame, que te vea los ojos.
Dani, finalmente decide mirarla, le resulta difícil, no
puede evitar fijarse en sus tetas... Acordándose del episodio del
coche, le dice:
—Ya me comentó el sargento el significado del gesto
que hice, disculpe.
—¡Déjalo! eso es agua pasada, ni se te ocurra —le
interrumpe con una sonrisa y un nuevo abrazo.
—No sabía lo que significaba, lo hacía para parar un
coche, no sé por qué, me daba la impresión de que se hacía así
—insiste Dani, desviando la
mirada.
—No sufras más, olvídalo, no quiero oír de nuevo
ese tema —concluye Estela
dirigiéndose con el dedo levantado a Dani, como si le riñera, pero
con una amplia sonrisa.
Estela nota algo, pero no lo logra comprender, le da la
impresión de que se muestra un tanto frío, distante, incómodo,
intuye que no va a ser tan fácil la convivencia con él, parece un
muchacho profundamente introvertido, tímido, carente de habilidades
sociales. Se dirige a Titán:
—Preséntale a Luna y lo llevas a su cuarto, que se
ponga fresco, aquí hace calor, ya tendremos ocasión de hablar.
Ambos recorren un pasillo, hacia la mitad, Titán le
indica un hueco que se abre a una amplia habitación con toda la
pared externa de cristal:
—Pasa, que te presente a mi hermana.
En uno de los lados hay una bañera y en ella, tapada
por la espuma, está una muchacha muy joven.
—Esta es Luna, mi hermana.
Antes de poder decir nada, la muchacha se levanta con
naturalidad y sin hacer ningún gesto por cubrirse, dice:
—¡Encantada Dani! perdona que no te dé un abrazo,
pero me temo que te mojaría —dice
con una amplia sonrisa, mostrando su cuerpo mojado.
«¡¡Madre mía!! —Dani
no sale de su asombro—,
dónde me he metido, ahora la hermana desnuda, sin el más mínimo
pudor, anda que se ha tapado, ya no es una niña, menudo cuerpazo.
Desde luego que tienen unas costumbres extrañas en esta casa, no sé
si lograré acostumbrarme, me siento incómodo, estoy totalmente
fuera de lugar.»
Pero no puede evitarlo y se queda mirándola
descaradamente y admirando su cuerpo. «¡Joder! Si parece la Venus
de Botticelli.» Cuando se da cuenta de que la está mirando
descaradamente y se está excitando, se avergüenza, los colores le
suben al rostro, aparta la mirada y apenas puede balbucear:
—Hola...
Titán, apercibido de los efectos de su madre y su
hermana sobre Dani, se ríe:
—Me da la impresión que Dani no está muy habituado
al cuerpo femenino.
Lo que termina por desatar los colores en el rostro de
Dani. Al mismo tiempo, Luna mira su cuerpo con cara de sorpresa y
sonríe de satisfacción, gesto que no pasa desapercibido a Dani. El
muchacho percibe que su actitud no es tomada como una ofensa, y que,
al contrario, parece gustar a Luna. Siente una corriente de simpatía
y admiración por ella.
—¡Vamos!, vamos a tu cuarto, ya te irás
acostumbrando.
Luna
se siente feliz con el nuevo miembro de la familia: Es mayor que
ella, pero sus condiciones, su raro pasado, su desvalimiento, invitan
a ayudarlo, a consolarlo, a enseñarle. Puede actuar como una hermana
mayor. Es agradable sentirse así, siempre ha sido la pequeña y
ahora puede hacer de guía. Por otra parte, la forma en que se quedó
parado al ver su cuerpo, le ha hecho sentirse especial, nunca ha
notado causar en otra persona semejante atracción. Quizás sea un
poco presuntuosa, pero le llena de orgullo.
Su hermano y ella no tardan en llevárselo a visitar el
centro:
—Como puedes ver, aunque no sea muy alta, desde la
torre se ve todo. Debajo de nosotros está el centro de servicios, es
redondo y el tejado tiene forma de abanico —explica
Titán.
—Entonces, todas las tiendas, los cines, etc. están
en esté edificio —pregunta
Dani.
—Sí, también hay una residencia, donde suelen vivir
personas que no tienen familia y un pequeño hotel para las visitas
que hay de vez en cuando.
—Está muy bien la idea de poner todo en el centro,
así está cerca de todos.
—Esa es la intención. Entre el centro y las casas hay
un pequeño parque que lo separa, cuando hace buen tiempo está muy
concurrido, casi todos preferimos acudir al centro por el parque,
aunque hay unos túneles que lo unen a cada unidad secundaria, las
puedes distinguir, mira allí, ves un cono rojo, pues eso es un
centro secundario.
—Muy curioso, pero con lo bonito que es el parque,
para qué queréis los túneles.
—Cuando hace mucho frío, mucho calor o llueve, viene
muy bien, están climatizados —apunta
Luna.
—Entonces, para ir por dentro de la urbanización no
necesitáis paraguas.
—No, podemos venir desde casa por cubierto, ya te
habrás fijado que entre las casas hay caminos techados, nos protegen
del sol y la lluvia —explica
Luna.
—Y, para ir de un centro secundario a otro ¿hay qué
pasar siempre por aquí?
—Nooo —continúa
Titán—fíjate en las
líneas rojas entre las casas, es el tejado del camino de ronda, da
la vuelta a todo el pueblo, es muy bonito, se ven muchos edificios
diferentes, un día de estos me acompañas a mi paseo y lo
recorremos, tampoco es muy largo.
—Lo tenéis bien montado.
—Sí, está bastante bien pensado, el camino de ronda
es de color rojo y es más ancho. Luego están los azules que salen a
los parques y los verdes que se emplean para comunicar las casas
dentro de la unidad secundaria.
—Todo es igual, ¿cómo os orientáis?, solo veo
números.
—Es muy fácil, en el centro, los túneles y los
caminos radiales pone el número de unidad secundaria a la que
conducen. En los centros secundarios, el camino de ronda tiene
marcado el número del siguiente centro. Los caminos verdes llevan
dos cifras indicando la unidad primaria que conduce y, en el centro
de una unidad primaria, que tiene un sombrajo verde, en los caminos
que llevan a las casas, su número de tres cifras correspondiente.
—¿No es lioso tanto número?
—De eso nada, nuestra casa es la 526, para ir a casa
desde el centro, busca el túnel 5, saldrás en la unidad secundaria
5, elijes el camino 52, te conduce al centro primario y en la
plazuela la casa del arco 526. Para hacer el camino inverso: camino
526, camino 52 y el túnel del 5.
—Es fácil, está bien pensado. ¿Y si quieres ir
directamente de una casa a otra?
—Deja que lo explique yo —corta
Luna—imagínate que
queremos ir a casa de Venus, una amiga mía, que vive en la 311.
Salimos de casa, vamos hasta el centro secundario 5, allí tomamos el
camino de ronda más cercano al 3, esto es, el número 4; cuando
lleguemos al cono 4, cogemos el camino de ronda marcado con el 3
hasta el cono 3, de ahí el 31 y el 311 y estamos en su puerta.
—¡Qué fácil!, parece diseñado por un matemático.
—Pues creo que sí, es muy cómodo.
—Volviendo a la urbanización —retoma
Titán— si te fijas,
las casas forman un aro, rodeándolo hay un parque mucho más grande
con algunos edificios, juegos, etc. Algún día podemos ir.
—Me habéis dejado impresionado, me gustaría poder
vivir en un sitio así, con casas tan bonitas, tanto parque y tan
bien pensado. Por cierto, me he fijado que no tenéis vallas en las
parcelas.
—¿Para qué las quieres?
—Pues para qué va a ser, si es tu parcela, para que
solo la podáis usar vosotros.
—¿Y eso de qué sirve?
—Pues no sé... si es vuestra es vuestra.
—¿Y qué? —contesta
con una sonrisa Titán—es
más agradable poder moverse por todos lados sin obstáculos, cuando
conoces bien dónde están los sitios puedes ir atravesando jardines,
es mucho más agradable.
—Bueno... pero lo que es de uno ¿para qué lo va a
pisar otro? ¿No sentís necesidad de un poco de intimidad, de estar
tranquilo sin que nadie te moleste? También me he fijado que las
paredes suelen ser de cristal y no usáis cortinas ni nada.
—No tiene sentido usarlas. Las paredes son de cristal
porque nos encanta la luz, el poder ver los árboles, el cielo... si
pusiéramos cortinas, tendríamos menos luz, si no nos asomáramos no
veríamos el exterior... sería mucho más feo e incómodo.
—Pero así estáis a la vista del público, os ven
hacer todo, desde dormir hasta bañaros.
—¿Qué más da?, son cosas que hacemos todos, no hay
nada de anormal en lo que puede verse.
—Pero, ¿y los vecinos? Esto es ideal para los
cotillas.
—Pues, aunque no te lo creas, no hay cotillas, al no
haber ocultación, no hay misterio y al no existir no se da la
tentación de descubrirlo. El cotilla no tiene nada que hacer, no
puede ir contando secretos porque no los hay.
—Sí, puede que tengas razón, es un pueblo muy
agradable, aunque no sé si lograré acostumbrarme.
—Pues ya sabes, ahora Floresta G12 es tu pueblo,
seguro que puedes —dice
contenta Luna.
—Yo creo que ya podemos bajar, así le podemos enseñar
bien el centro de servicios.
El paseo por el centro comercial es corto, no hay muchas
tiendas, casi todo el espacio lo ocupan los centros de ocio, la
mayoría de tiendas se dedican a los alimentos y tan solo existe un
almacén para los demás productos, fundamentalmente para la ropa.
Luna, entusiasmada hace una propuesta a Titán:
—¿Por qué no entramos y le compramos ropa a Dani?,
así no tendrá que usar la tuya.
—Me parece una buena idea —contestó
Titán—¿Te parece
bien, Dani?
—Sí, no me gustan mucho las tiendas. Yo me siento
cómodo con la ropa que traía, pero comprendo que llamaría mucho la
atención si la usara.
—Necesitarás un mono de de tela transpirable,
isotérmica y osmotérmica.
—¿Y qué es un tejido isotérmico y osmotérmico?
—Es un tejido que tiene la propiedad de dejar salir el
calor cuando se supera una temperatura exterior determinada,
normalmente 22º, e impedirlo cuando es superior. Además, solo deja
pasar el calor del cuerpo al exterior.
—Algo así me imaginaba por los nombres, pero no me
imaginaba que pudiera existir.
—¿Te gusta este, Dani? —pregunta
desde otro punto Luna, mostrando una especie de mono de motorista de
color lila intenso. Dani, al verlo, frunce el rostro en un gesto
claro de asco.
—Noooo, por favor, me gustaría algo más discreto,
además lila, yo no soy maricón.
Sus palabras caen como un mazazo, causan estupor tanto
en sus compañeros como en otros clientes. Su mirada escandalizada
sorprende a Dani, no se esperaba que su expresión pudiera causar
semejante reacción, nadie dice nada, ni falta que hace, pero la
censura general le llega con nitidez. Se lleva la mano a la boca:
—Perdón, creo que he metido la pata.
—Sí, un poquito —le
comenta en voz baja Luna—,
no solemos hablar con desprecio de nadie, te has pasado.
—Lo siento, procuraré no hacerlo de nuevo.
Dani se queda preocupado pues su salida ha sido
espontánea, sin pretender ofender a nadie, pero está claro que en
esa sociedad ha de cuidar su forma de hablar.
—Pues elige uno, que te gusta, ¿un color oscuro?,
¿quizás un azul marino o un marrón?
—Sí, algo así, más discreto.
—Pero son muy tristes —dice
Luna haciendo un mohín—,
con lo guapo que eres deberías llevar algo más alegre, que llamará
un poco más la atención.
—Pero Luna, a mí no me gusta lucirme por ahí, me
siento incómodo, prefiero pasar más desapercibido.
—¡Anda!, ¡hazlo por mí! Elige algo un poco más
alegre.
—Vale, ¿qué te parece el granate?
—Muy serio, pero al menos tiene más color. Hecho, nos
llevamos uno de estos. ¿No te animas con este turquesa?
—Uf, que difícil me lo pones, poco a poco, que me
acostumbre a tanto color.
—Pero te sentaría bien un color claro —dice
Luna inclinando la cabeza con una gran sonrisa buscando convencerle
con su gesto.
Dani, no puede evitar el sucumbir a la simpatía y los
encantos de su hermana postiza.
—No sé, no sé, ¿no sería suficiente con este azul
celeste?
—A mí me gusta más el turquesa, es más alegre.
—Déjale, no le presiones, que elija lo que quiera, es
él quien se lo va a poner —interviene
Titán, que ve que lo está forzando demasiado.
Luna entiende que tiene razón su hermano, que es una
decisión para él y se calla con cara de disgusto. A Dani le sabe
mal contrariar a Luna y le propone:
—Bueno, nos quedaremos con el turquesa.
Ante la decisión, Luna da un salto de alegría:
—¡¡¡Bien!!!
Dani continúa algo asustado por los colores elegidos
para su ropa:
—Ahora habrá que ver si tienen de mi talla, no me la
sé, ¿donde están los probadores?
—No hace falta probarlos, a ver ponte en este círculo,
el que tiene dibujada una cinta métrica.
Él se sitúa en el sitio indicado esperando cualquier
cosa, al instante en una pantalla aparecen tres números:
—Esa es la talla —le
explica Titán— no hace
falta que te la aprendas, la tendrás siempre que te sitúes en estos
círculos.
—¡Qué cómodo! ¿Y ahora?
—No te preocupes, al salir la recogemos, aquí solo
hay muestras, si quieres ver cómo te sienta solo tienes que mirarte
en aquel espejo.
Dani sorprendido, se acerca a él, se mira y se ve con
el mono granate, tal como si lo llevara puesto.
—Es un truco, no es un espejo es una pantalla de
televisión conectada a un ordenador que mezcla la imagen. Cuando
tengas tu DIB no te hará falta, te verás dentro de tu cabeza.
—Me estáis dejando sorprendido. Por cierto, me
gustaría comprarme una libreta y un bolígrafo, me gustaría
escribir cosas, entre otras un diario.
—¿Y que es una libreta y un bolígrafo? —pregunta
extrañada Luna.
—Pues... Una libreta y un bolígrafo.
—Ya, ¿pero cómo son?
—Pues una libreta es un montón de hojas de papel
enganchadas por uno de sus lados y un bolígrafo es una especie de
palito que suelta tinta. No entiendo que tengáis metros y espejos
tan sofisticados y no conozcáis algo tan elemental como una libreta
o un bolígrafo.
—Pero, ¿para qué sirven?
—No te fastidia, abres la libreta, coges el bolígrafo
y vas haciendo una rayita y escribiendo lo que piensas para que quede
constancia de ello.
—Yo sí que sé lo que son —interviene
Titán—son instrumentos
antiguos de escritura, dudo mucho que puedas encontrarlos fuera de
los museos. Nosotros no escribimos, dejamos constancia de otra forma.
«¡¡No te jode!! estudiando y no saben escribir
—piensa Dani para sus
adentros.»
Dani
se siente inseguro, no sabe muy bien hasta qué punto puede confiar,
se siente solo, sin tener con quien poder sincerarse, a Titán y Luna
apenas los conoce, le han caído bien, sobre todo Luna, que es muy
cariñosa, y se portan de maravilla, pero por otra parte, son
diferentes, no termina de entender su falta de pudor. Por una parte
tan frívolos, por otra tan serios.
Va a conocer a uno de sus amigos, se siente inseguro, no
sabe cómo tratarlo, qué espera el otro de él. Siente miedo a meter
la pata y hacer el ridículo, como pasó en la tienda, aunque sean
muy educados, no sabe hasta qué punto puede ser objeto de
cachondeo....
Titán pensó inicialmente quedar en la cafetería pero
Dani podía sentirse incómodo en un lugar tan concurrido. Citó a
Gani en el parque:
—No te preocupes Dani, ya verás como Gani te gusta,
es muy sencillo.
—No me preocupo, no me va a comer, pero comprende, me
siento incómodo, enseñarle a un extraño algo que siento tan
íntimo.
—Puede que sea un mal trago, lo veo desde otro punto
de vista, me cuesta comprenderte.
Luna, con la intención de dar seguridad a Dani, le coge
la mano y se cuelga del brazo:
—No sufras, nos tienes a nosotros.
El gesto sorprende un poco a Dani, pero su mesura le
agrada, le hace sentirse más seguro, no se ve superado por el exceso
de sensualidad del ambiente.
En ese momento llega otro muchacho, alto, moreno, de
facciones angulosas, que se ha dirigido directamente a ellos.
—Hola Titán, hola Luna, mi hermana Venus os manda
recuerdos.
—Hola Gani —responde
Titán— Puntual, cómo
no, permite que te presente: este es Dani, el muchacho que apareció
en la carretera y ahora está viviendo con nosotros.
Sin dudarlo un instante, Gani estrecha la mano de Dani,
cogiéndole el codo con la otra, y la sacude con fuerza.
—Me alegro de conocerte, ya me ha contado Titán tus
peripecias. Tu circunstancia es bien extraña, has de sentirte raro,
si yo estuviera en tu piel, no sé si me lo tomaría con tanto
aplomo.
—Gracias, no tiene nada de extraordinario, cuando te
ves así, no hay más remedio que afrontarlo, me desconciertan las
costumbres, las encuentro extrañas.
—La policía no se qué interés tendrá en buscar tu
procedencia, al estar el problema solucionado, lo dejarán aparcado,
seguro que si hubieras matado a alguien, no paraban hasta dar con tu
identidad.
—Tampoco creo que tenga que llegar a esos extremos
—dice Dani riéndose.
—Ya. Lo que no haga la policía, lo podemos hacer
nosotros, a mi me gusta investigar y no creo que sea un asunto
peligroso. Estaría bien ayudarte a retornar a tu hogar.
—Ya me gustaría, aunque no recobrara la memoria, me
podrían contar cosas de mi vida. Y sobre todo, evitar la angustia
que han de sentir por mí.
—Pongamos manos a la obra —interviene
Titán— que a este paso
nos jubilamos antes de encontrarlos. Dani, enséñale el dibujo.
—No es un dibujo, es una fotografía.
Dani saca del bolsillo un sobre verde y de dentro de él,
con cuidado, saca un papel rígido que en uno de los lados tiene una
imagen y se lo muestra a Gani sin soltarlo de las manos.
Gani, instintivamente coge el dibujo para acercárselo a
la vista. Dani le deja hacer.
—Me parece que me lo vas a tener que dejar unos días,
que investigue, a ver qué datos puedo sacar, podría darse el caso
de que por la ropa y el aparato que lleva la chica, pudiéramos
enterarnos de que época es.
—Lo que lleva en las manos es un instrumento de
música, una guitarra.
—De acuerdo, trátala con cuidado, que no le pase
nada, es de las pocas cosas que me ligan a mi pasado, ten en cuenta
que no me acuerdo de nada, no tengo ni padres, ni hermanos... Por eso
tengo tanto interés de conservarlo y de averiguar lo que pueda,
imagínate que esa muchacha sea mi madre, o mi hermana... podía ser
algo fundamental, aunque la policía no ha logrado identificar el
rostro.
—Eso sí que es raro, las bases de datos tienen todos
nuestros rostros.
—Sí, pero según me dijeron, en algunas zonas
perdidas, existen poblaciones sin controlar, sus habitantes no están
en las bases de datos.
—No te digo, al final vas a resultar un montaraz y te
has escapado de tu tribu —suelta
una sonora carcajada.
—Tu ríete, pero no me hace ninguna gracia, es muy
triste no saber quién eres y de dónde vienes, ni siquiera dónde
vas... ves a alguien en una imagen, sientes que es alguien
fundamental, pero no sabes quién es, ni qué relación tiene contigo
—se queja amargamente Dani.
—Lo siento, he querido hacer una broma para distender
la conversación y he metido la pata, me ha faltado sensibilidad
—responde Gani avergonzado.
Luna ha presenciado en silencio toda la escena, su
intuición, su sensibilidad, le dice que esa muchacha del dibujo no
ha de ser una muchacha cualquiera, la forma de tratarlo, el miedo a
perderlo, la forma de mirarla, carece de sentido si su relación no
es sentimental.
— Me alegro por Dani, pero me apena separarme si
encontramos a su familia.
—No lo veas así, no seas tan pesimista, nuestra
amistad no tiene que romperse, están los DIB, él ya tendrá uno,
después, están las vacaciones, siempre podremos visitarlo,
tendremos un amigo en las montañas, imagínate con lo que le gustará
a papá.
—Sí, tienes razón —contesta
Luna, pero sin convencimiento, intuye que en un ambiente tan
distinto, él se va a ir distanciando, no solo separan los
kilómetros.
—¡¡Anímate!! si eres tú la primera que estás
interesada en hacer feliz a Dani.
Es cierto, Luna quiere que Dani sea feliz, por eso ella
odia la sensación de angustia que le causa la idea de la separación.
—Hay otra cuestión —interrumpe
Gani— al mentar que no
tiene DIB, me he acordado de que tengo guardado uno antiguo, podía
dárselo hasta que tenga otro más moderno, creo que al ser menos
sofisticado, aprenderá mejor.
—Muy buena idea —asiente
Titán.
—Ya veremos cómo me aclaro con ese aparatejo, no lo
veo nada elemental —duda
Dani.
—No es nada elemental, sirve para muchísimas cosas,
incluso los ciegos pueden ver con él, pero te aseguro que es de lo
más sencillo de manejar —interviene
Gani— Ahora me tengo que
marchar, he quedado, En cuanto lo tenga, aviso a Titán, te comento
algo del dibujo y comenzamos a enseñarte a usar un DIB.
—Por mí no hay problema, estoy bastante desocupado,
allí estaré.
—OK, hasta luego.
—Cuando Gani se aleja, Dani se atreve a preguntar:
—¿Qué nombre es Gani?
—Gani es Ganímedes, como el satélite más grande de
Júpiter.
—Os gustan los nombres astronómicos.
—Sí, es muy común, su hermana se llama Venus.
—Y vosotros Titán y Luna y tu madre Estela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario